La cal grasa, cuyo origen se remonta al inicio de la historia de las civilizaciones, es por su naturaleza y versatilidad uno de los materiales más nobles que ha empleado el hombre en la construcción y en la arquitectura.
Siempre se empleó como mortero de enfoscado, para revocos y enlucidos, para esgrafiados y en el arte de los estucos al fuego imitando mármoles, así como para pinturas al fresco, en las épocas griega, romana, medieval, renacentista y barroca.
Las referencias más antiguas de utilización de la cal, sin mezcla de yeso, datan del año 2600 a.C. en la pirámide de Keops en Egipto. En la civilización cretense minoca (2000-1500 a.C.) se usa la cal, generalizándose su uso en la Roma Imperial, donde su modo de empleo, propiedades y características aparecen descritas en el primer tratado “De arquitectura” de Marco Vitruvio (13 a.C.).
La cal en la construcción ha sido el principal aglomerante hasta el siglo XIX, en que se descubre el cemento Pórtland. Más recientemente, la cal es olvidada en los pliegos de condiciones técnicas de la construcción, marginando así, las ventajas de los morteros de cal como son, la ausencia de retracciones mecánicas, la plasticidad i elasticidad, la permeabilidad al vapor de agua y transpirabilidad, que evita condensaciones y, sin contenido de sales solubles ni aditivos añadidos, así como su causticidad higiénica.
La cal como material de construcción recobra actualidad por diversas razones. Por una parte la restauración y conservación del patrimonio, donde existe conciencia de seguir, desde principios de los años sesenta, las recomendaciones del Consejo de Europa, de emplear materiales y técnicas originales en la restauración de patrimonio, debido a las incompatibilidades demostradas de otro materiales.
Por otra parte, la más actual conciencia medioambiental en su vertiente de la bioconstrucción, se decanta por la cal, puesto que tanto en su producción como en su proceso de endurecimiento, vía carbonatación, supone una menor emisión de CO2. Siendo además, un producto inerte, sin radiaciones, en sintonía con el cuerpo humano, compuesto básicamente de cal, y por sus efectos higiénicos, desinfectantes y fungicidas, por su natural alcalinidad.
La cal proporciona, además, a sus morteros una capacidad bioclimática, al poseer micro poros que dejan transpirar las paredes, absorbiendo CO2 con humedad del ambiente, siendo el efecto una regulación de la temperatura, suavizando el calor del verano y el frío del invierno.
La cal permite, por otra parte, unos acabados estéticos inigualables por otros materiales, debido a la finura que se puede conseguir en la capa de aplicación, obteniendo unos resultados de textura y dureza similares al mármol. También la combinación de los pigmentos con la blancura de la cal, dan una luminosidad que hacen únicos los cromatismos obtenidos.
Las cales para la construcción, según la Norma Europea UNE-EN 459-1 distingue entre cales aérea y cales hidráulicas, de acuerdo con su composición química. Es importante no confundir la cal aérea, con la cal hidráulica.
Actualmente, la necesidad de productos de calidad ha mantenido el uso de la cal: por su bondad general en la construcción, por ser compatible con la mayoría de soportes, por ser respetuosa con el medio ambiente en absorber CO2, porque es transpirable y por la belleza de los acabados.
La cal hidráulica contiene silicatos que tienen un comportamiento diferente, sobre todo como material de construcción, su comportamiento es similar al cemento.
Son las cales producidas por la calcinación de calizas o dolomíticas puras están constituidas por óxido de calcio y/o magnesio. Endurecen lentamente mediante la absorción del dióxido de carbono presente en el aire, llamado proceso de carbonatación. Por eso el nombre de aéreas.
Pueden ser cales vivas (compuestas fundamentalmente por óxidos de calcio y de magnesio) o hidratadas (resultantes del apagado controlado de las cales vivas con el agua. Las cales aéreas a su vez se clasifican en cálcicas (en las que el componente fundamental es el óxido de calcio y el óxido de magnesio no supera el 5 %, y dolomíticas (en las que el óxido de magnesio es superior al 5%). Eso es, según la composición de la piedra original que se ha calcinado.
La Cal Viva, que es el óxido cálcico, se obtiene por calcinación o cocción de la piedra caliza en hornos a unos 900-1000º C (ver el Ciclo de la cal).
La Cal Hidratada o Apagada, es la cal viva mezclada con agua, hidróxido cálcico, que produce una reacción exotérmica de desprendimiento de calor y por tanto, también, de vapor de agua, debiéndose realizar con las precauciones necesarias por el peligro que comporta.
El apagado de la cal viva puede hacerse de dos formas:
La cal en pasta añeja se utiliza en la fabricación de morteros puros usados como revestimientos tanto interiores como exteriores.
Estos morteros proporcionan: